
El rico por ser rico. Por ser el actor primordial en el desarrollo del conflicto y el ejecutor del lockout patronal, en consecuencia, de la parálisis del sistema productivo. El gran productor agrario decide entonces tomar protagonismo en la escena política nacional como hace décadas no lo hacía. No prescindieron de la concepción maquiavélica para hacer valer su justicia. Los cortes de ruta, la limitación al transporte de alimentos, combustibles, medicamentos en menor medida y otros insumos básicos para la población, fueron el medio para justificar su fin: la negación a hacerse menos ricos (será por cuestión de status, capital, o el legítimo derecho capitalista a defender el bolsillo propio a costa de todo y todos, quien sabe) La protesta de la clase alta encontró su correlato formal en la cacerola. Y Esta forma de expresar el desencanto fue una de las innovaciones que introdujo el conflicto en esta clase ascendente. En el 2001 las cacerolas ya eran victimas de la burguesia media argentina. Históricamente los grandes sectores agropecuarios o las clases altas ante el descontento con ciertas medidas de gobierno -sobre todo los populistas- por paradoja, asumieron un rol de silencio sutil. Cualquier descontento con la política estatal era evidenciado ante la planificación de un futuro golpe de estado. Tienen un pasado oscuro, pero no los oprime. El slogan utilizado fue ´´todos somos campo´´. Subsumiendo a la totalidad de ciudadanos, a la unidad campestre. La máxima exaltación a la consigna pudo verse manifestada en el otro acto por el día de la bandera en la ciudad de Rosario - en pugna con Gualeguaychu por ser la capital del slogan- en donde pudo observarse la enorme cantidad de adeptos a la causa del bolsillo.
Hay que diferenciarlos de los pequeños y medianos productores y los empleados del pequeño productor agrícola. Existe una brecha explícita entre los ingresos de los primeros y estos últimos. En el conflicto presente, nuevamente fueron los títeres ,el escudo de las grandes empresas oligopólicas. También, la gran mayoría, cortaron rutas obstinadamente. Con cierto fundamento reclamaban diferenciación de políticas con respecto a los productores con mayores recursos (maquinas que hablan, etc). La mayoría trabajan sin papeles, ni obra social, totalmente en negro. Se mimetizaron en defensa del sector ´´campo´´ hasta perderse como sujetos, adoptando los fundamentos del patrón, en detrimento, claro, de los suyos.
La clase media. Siempre idiotizada y oscilando entre la desaparición como clase social o la sumisión a la pobreza. Gran parte de esta clase social asumió un rol digno de su contradicción -devenida de la década del 90- Aquel que defendió los intereses de las cuatro corporaciones en cuestión, como si le pertenecieran. Repitiendo como loros los ecos de las críticas al gobierno, a la presidente, al campo mismo. Hicieron gala del oportunismo político, acoplando intereses de clase e ideológicos a la manifestación agraria. Por otro lado, el crítico ,el conciliador apócrifo, abundó en estas jornadas.En los últimos 3 meses vieron reproducirse casi como un calco -con sus diferentes matices- la histórica defensa de la ideología que los llevo a ser protagonistas de las jornadas de diciembre de 2001: la ideología del bolsillo. En aquel entonces los protagonistas fueron ellos. Alzaron sus voces contra el extraño experimento partidario que emprendió De la Rúa junto a otros aburridos más. En los cacerolazos del 2001 se acentuó la tradición unitaria porteña, aunque, con ecos en todo el país. El slogan adoptado fue: ´´que se vayan todos´´. Las palabras hacían referencia a la frágil situación política y a la corrupción hegemonizada en los sectores más inhóspitos de la política argentina, a sentimientos de bronca y rechazo contra los últimos gobiernos democráticos posteriores a la última dictadura militar; condensando toda ausencia de tolerancia en la descreencia política. Aun cuando las palabras susciten ciertos toques de anarquía, bastó con el gobierno de la ALIANZA
El pobre por ser pobre. Por ser el continuo afectado. En el que recae la universal carencia de las minorías dominantes. El pobre. Quien ve manoseado su bolsillo, su comida, su vivienda y su salud, su educación, su cultura, su bondad y su dignidad casi sin interludios en la historia. Están en duelo crónico. Y afectados siempre por el conflicto de ser pobres. Porque cada atentado, contra su dignidad humana, cada día, no tiene precedentes. Conocieron el bienestar en las presidencias de Juan Domingo Perón, donde asumieron el protagonismo político, ignorados hasta ese entonces por el poder de turno. El movimiento peronista, fue la antitesis del conservadurismo y la elite aristócrata. Cada acto de protesta de la masa popular, es denostado por ciertos sectores de la sociedad. No usan cacerolas, apenas hacen uso del contenido que puede caber en ella. A veces son acusados de ser apáticos políticos, aun cuando la incompresión de el contorno que los rodea como seres finitos, excusara todo avasallamiento al hilo esperanza . Otras tantas de reaccionarios sin convicciones. La realidad es que asumen la búsqueda de justicia aunque sean los eternos receptores de la injusticia que flota en el aire -prevaleciente, invasora- y la concentración del poder económico y políticos. Se los acusa a veces de ser persuadidos en los comicios electorales con todo tipo de elementos (comida, dinero, traslado, etc.) y también de vagos por cobrar planes sociales. Aun cuando siempre votan al partido que los representa como pobres; se los acusa por ser pobres. Durante este conflicto, fueron y son los verdaderos afectados. Son los originales precursores del corte de ruta, y asumieron esa conducta desde fines de 2001 hasta la actualidad, con pausas y brechas de cansancio.Dos aspectos los diferencian de los sectores que cortaron rutas hace unos días: primero, jamás paralizaron el país de tal manera, provocando desabastecimiento, aumento de precios, falta de alimentos primordiales y otras barbaridades por el estilo. Segundo, fueron siempre brutalmente reprimidos. Desalojados por la gendarmería nacional, y en las más estrafalarias muestras de verguenza e impunidad: asesinados. Las causas por los disparos hacía muchos de ellos, aun están inmóviles, en el archivo -del olvido- judicial.
La clase media. Siempre idiotizada y oscilando entre la desaparición como clase social o la sumisión a la pobreza. Gran parte de esta clase social asumió un rol digno de su contradicción -devenida de la década del 90- Aquel que defendió los intereses de las cuatro corporaciones en cuestión, como si le pertenecieran. Repitiendo como loros los ecos de las críticas al gobierno, a la presidente, al campo mismo. Hicieron gala del oportunismo político, acoplando intereses de clase e ideológicos a la manifestación agraria. Por otro lado, el crítico ,el conciliador apócrifo, abundó en estas jornadas.En los últimos 3 meses vieron reproducirse casi como un calco -con sus diferentes matices- la histórica defensa de la ideología que los llevo a ser protagonistas de las jornadas de diciembre de 2001: la ideología del bolsillo. En aquel entonces los protagonistas fueron ellos. Alzaron sus voces contra el extraño experimento partidario que emprendió De la Rúa junto a otros aburridos más. En los cacerolazos del 2001 se acentuó la tradición unitaria porteña, aunque, con ecos en todo el país. El slogan adoptado fue: ´´que se vayan todos´´. Las palabras hacían referencia a la frágil situación política y a la corrupción hegemonizada en los sectores más inhóspitos de la política argentina, a sentimientos de bronca y rechazo contra los últimos gobiernos democráticos posteriores a la última dictadura militar; condensando toda ausencia de tolerancia en la descreencia política. Aun cuando las palabras susciten ciertos toques de anarquía, bastó con el gobierno de la ALIANZA
El pobre por ser pobre. Por ser el continuo afectado. En el que recae la universal carencia de las minorías dominantes. El pobre. Quien ve manoseado su bolsillo, su comida, su vivienda y su salud, su educación, su cultura, su bondad y su dignidad casi sin interludios en la historia. Están en duelo crónico. Y afectados siempre por el conflicto de ser pobres. Porque cada atentado, contra su dignidad humana, cada día, no tiene precedentes. Conocieron el bienestar en las presidencias de Juan Domingo Perón, donde asumieron el protagonismo político, ignorados hasta ese entonces por el poder de turno. El movimiento peronista, fue la antitesis del conservadurismo y la elite aristócrata. Cada acto de protesta de la masa popular, es denostado por ciertos sectores de la sociedad. No usan cacerolas, apenas hacen uso del contenido que puede caber en ella. A veces son acusados de ser apáticos políticos, aun cuando la incompresión de el contorno que los rodea como seres finitos, excusara todo avasallamiento al hilo esperanza . Otras tantas de reaccionarios sin convicciones. La realidad es que asumen la búsqueda de justicia aunque sean los eternos receptores de la injusticia que flota en el aire -prevaleciente, invasora- y la concentración del poder económico y políticos. Se los acusa a veces de ser persuadidos en los comicios electorales con todo tipo de elementos (comida, dinero, traslado, etc.) y también de vagos por cobrar planes sociales. Aun cuando siempre votan al partido que los representa como pobres; se los acusa por ser pobres. Durante este conflicto, fueron y son los verdaderos afectados. Son los originales precursores del corte de ruta, y asumieron esa conducta desde fines de 2001 hasta la actualidad, con pausas y brechas de cansancio.Dos aspectos los diferencian de los sectores que cortaron rutas hace unos días: primero, jamás paralizaron el país de tal manera, provocando desabastecimiento, aumento de precios, falta de alimentos primordiales y otras barbaridades por el estilo. Segundo, fueron siempre brutalmente reprimidos. Desalojados por la gendarmería nacional, y en las más estrafalarias muestras de verguenza e impunidad: asesinados. Las causas por los disparos hacía muchos de ellos, aun están inmóviles, en el archivo -del olvido- judicial.
Corrieron ríos de sangre en los piquetes de aquellas épocas; así como en estos últimos días ríos de leche. La leche... camufló a la sangre.